Un divertido libro infantil con aventuras e intriga
CAPÍTULO 1
Miguel tiene ocho años y va a tercero de Primaria.
En su colegio, todo el mundo lo llama Miguelito. Y eso es porque Miguel es muy bajo. Es el niño de menor estatura de toda su clase. Incluso más bajito que Luis que, por si no lo sabías, parece un enanito. Sin embargo, a Luis nadie lo llama Luisito.
Ni tan siquiera a Margarita la llaman Margaritita, a pesar de que es una de las niñas más bajas de todo el cole.
Solo a él.
Solo a él lo llaman Miguelito.
Y Miguel odia que lo llamen Miguelito porque, por si no lo sabías, hay unos pastelillos rellenos de crema que se llaman miguelitos.
Miguel está hasta las narices.
Todos los días, en el patio, cuando es la hora de almorzar, sus compañeros le dicen:
—¿Qué has traído hoy para comer, Miguelito? ¿Miguelitos?
Y empiezan a reírse.
Una broma está bien.
Incluso Miguel reconoce que tiene su gracia.
Pero después de tres años con el mismo chiste, uno empieza ya a cansarse.
Pero Miguel nunca se da por vencido.
Está dispuesto a conseguir que todo el mundo deje de llamarlo Miguelito.
Y sabe muy bien lo que tiene que hacer.
En su colegio, todo el mundo lo llama Miguelito. Y eso es porque Miguel es muy bajo. Es el niño de menor estatura de toda su clase. Incluso más bajito que Luis que, por si no lo sabías, parece un enanito. Sin embargo, a Luis nadie lo llama Luisito.
Ni tan siquiera a Margarita la llaman Margaritita, a pesar de que es una de las niñas más bajas de todo el cole.
Solo a él.
Solo a él lo llaman Miguelito.
Y Miguel odia que lo llamen Miguelito porque, por si no lo sabías, hay unos pastelillos rellenos de crema que se llaman miguelitos.
Miguel está hasta las narices.
Todos los días, en el patio, cuando es la hora de almorzar, sus compañeros le dicen:
—¿Qué has traído hoy para comer, Miguelito? ¿Miguelitos?
Y empiezan a reírse.
Una broma está bien.
Incluso Miguel reconoce que tiene su gracia.
Pero después de tres años con el mismo chiste, uno empieza ya a cansarse.
Pero Miguel nunca se da por vencido.
Está dispuesto a conseguir que todo el mundo deje de llamarlo Miguelito.
Y sabe muy bien lo que tiene que hacer.