Novela Infantil / Juvenil - Libro de Suspense / Humor. Lectura de 8-9 a 11-12 años. Literatura Ficción
CAPÍTULO 1
Si piensas que los conejos son adorables.
Si crees que los conejos son preciosos, mimosos y entrañables.
Si eres de los que dicen que los conejos son los animales más hermosos del mundo…
¡Estás en lo cierto!
Los conejos son maravillosos, tan suaves y bellos como diminutas bolas de algodón.
No hay ninguna duda de ello.
Sus orejas peludas, sus pelajes densos y lanudos, sus cabecitas ovaladas y sus enormes ojos…
¡Qué animales tan bellos!
¡Qué animales tan increíbles!
¡Pero qué monos son todos!
Si crees que los conejos son preciosos, mimosos y entrañables.
Si eres de los que dicen que los conejos son los animales más hermosos del mundo…
¡Estás en lo cierto!
Los conejos son maravillosos, tan suaves y bellos como diminutas bolas de algodón.
No hay ninguna duda de ello.
Sus orejas peludas, sus pelajes densos y lanudos, sus cabecitas ovaladas y sus enormes ojos…
¡Qué animales tan bellos!
¡Qué animales tan increíbles!
¡Pero qué monos son todos!
CAPÍTULO 2
El mundo entero cambió de repente aquella mañana.
David estaba tan tranquilo en su clase de Ciencias de la Naturaleza cuando su maestra apareció con una jaula.
Todos sus compañeros se pusieron como locos al ver al animalito.
David siempre lo recordará: era un animal diminuto con las orejas alargadas y tenía el pelo blanco y sedoso moteado de pequeñas manchas marrones.
David miró a su mejor amigo, Matías, con el que lleva compartiendo pupitre desde comienzo de curso.
—La maestra se ha traído un conejo a clase —le dijo, extrañado—. ¿No te parece raro?
Matías achicó los ojos y asintió.
—Sí que es extraño… ¿Qué hace un conejo en el colegio?
La maestra dejó la jaula sobre su mesa y se cruzó de brazos hasta que todo el mundo guardó silencio.
—Buenos días, chicos —dijo la maestra Gertrudis—. Seguro que os estáis preguntando para qué he traído este conejo, ¿verdad?
Y todos gritaron como locos:
SÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍ
Entonces Gertrudis abrió la jaula del pequeño mamífero y lo tomó con mucho cuidado.
Pues resulta que vamos a empezar el tema de los animales, así que he pensado que sería buena idea traer al Señor Bigotitos.
Todo el mundo se llevó las manos a la barbilla y se puso a sonreír.
—¡Pero qué mono! —dijo Inés.
—¡Pero qué ricura de animalito! —exclamó Raúl.
Sin embargo, David y Matías se mantuvieron en guardia.
La maestra acunó al Señor Bigotitos entre las palmas de sus manos y lo alzó sobre su cabeza para que todo el mundo lo viera bien.
—Muy bien chicos, ¿alguien sabe decirme qué clase de animal es? ¿Es ovíparo o vivíparo?
Pero nadie contestó.
Todos estaban como hechizados contemplando la belleza de aquel conejito peludo.
—¡Mira lo que hace con las patitas! —señaló Helena.
Y todos exclamaron:
Oooooooooooohhhhhhhhhhhhhhhh
El conejo deslizó la mirada por todos los presentes y se rascó detrás de la oreja.
—¡Pero qué monada! —aseguró Alejandra.
Y todos volvieron a suspirar:
Oooooooooooohhhhhhhhhhhhhhhh
David estaba tan tranquilo en su clase de Ciencias de la Naturaleza cuando su maestra apareció con una jaula.
Todos sus compañeros se pusieron como locos al ver al animalito.
David siempre lo recordará: era un animal diminuto con las orejas alargadas y tenía el pelo blanco y sedoso moteado de pequeñas manchas marrones.
David miró a su mejor amigo, Matías, con el que lleva compartiendo pupitre desde comienzo de curso.
—La maestra se ha traído un conejo a clase —le dijo, extrañado—. ¿No te parece raro?
Matías achicó los ojos y asintió.
—Sí que es extraño… ¿Qué hace un conejo en el colegio?
La maestra dejó la jaula sobre su mesa y se cruzó de brazos hasta que todo el mundo guardó silencio.
—Buenos días, chicos —dijo la maestra Gertrudis—. Seguro que os estáis preguntando para qué he traído este conejo, ¿verdad?
Y todos gritaron como locos:
SÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍ
Entonces Gertrudis abrió la jaula del pequeño mamífero y lo tomó con mucho cuidado.
Pues resulta que vamos a empezar el tema de los animales, así que he pensado que sería buena idea traer al Señor Bigotitos.
Todo el mundo se llevó las manos a la barbilla y se puso a sonreír.
—¡Pero qué mono! —dijo Inés.
—¡Pero qué ricura de animalito! —exclamó Raúl.
Sin embargo, David y Matías se mantuvieron en guardia.
La maestra acunó al Señor Bigotitos entre las palmas de sus manos y lo alzó sobre su cabeza para que todo el mundo lo viera bien.
—Muy bien chicos, ¿alguien sabe decirme qué clase de animal es? ¿Es ovíparo o vivíparo?
Pero nadie contestó.
Todos estaban como hechizados contemplando la belleza de aquel conejito peludo.
—¡Mira lo que hace con las patitas! —señaló Helena.
Y todos exclamaron:
Oooooooooooohhhhhhhhhhhhhhhh
El conejo deslizó la mirada por todos los presentes y se rascó detrás de la oreja.
—¡Pero qué monada! —aseguró Alejandra.
Y todos volvieron a suspirar:
Oooooooooooohhhhhhhhhhhhhhhh
David le cogió la mano a Matías.
—¡No lo mires! —le dijo.
—Pero ¿qué…?
—Hazme caso y no lo mires —le susurró.
Y los dos se taparon los ojos. David sabía que algo iba mal… Era como si la monería de aquel conejo hubiera hechizado a todos.
La maestra Gertrudis lo alzó más alto y el conejo se puso en pie, se irguió.
—Es la cosita más tierna que he visto en mi vida —dijo Leticia.
Y justo en ese momento, el conejo empezó a hablar:
—Muy bien, chicos, ¡escuchadme con atención! —Tenía la voz grave y hablaba con autoridad, como haría un juez o un policía—. A partir de hoy, los conejos controlaremos el mundo, ¿os queda claro?
Y todos, hechizados ante su belleza, ante su delicado pelaje sedoso, asintieron sin dudar.
SÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍ
—¡No lo mires! —le dijo.
—Pero ¿qué…?
—Hazme caso y no lo mires —le susurró.
Y los dos se taparon los ojos. David sabía que algo iba mal… Era como si la monería de aquel conejo hubiera hechizado a todos.
La maestra Gertrudis lo alzó más alto y el conejo se puso en pie, se irguió.
—Es la cosita más tierna que he visto en mi vida —dijo Leticia.
Y justo en ese momento, el conejo empezó a hablar:
—Muy bien, chicos, ¡escuchadme con atención! —Tenía la voz grave y hablaba con autoridad, como haría un juez o un policía—. A partir de hoy, los conejos controlaremos el mundo, ¿os queda claro?
Y todos, hechizados ante su belleza, ante su delicado pelaje sedoso, asintieron sin dudar.
SÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍ
CAPÍTULO 3
David y Matías salieron de la clase, y lo hicieron a tientas, sin apartar ni un solo segundo la mano de sus ojos.
Sabían que, si miraban al conejo, aunque solo fuera un fugaz vistazo, caerían presa de su monería y ya no habría nada que hacer.
—¡Ey, vosotros! —les dijo el Señor Bigotitos—. ¿A dónde vais?
—Sigue andando, Matías —le dijo David—. No lo escuches.
—¿Por qué no retiráis la mano de vuestra cara y os enseño mis bigotitos?
Oooooooooooohhhhhhhhhhhhhhhh
FINAL DEL FRAGMENTO.
¿TE HA GUSTADO?
¿TE HA GUSTADO?