Novela Infantil / Juvenil - Libro de Suspense / Humor. Lectura de 8-9 a 11-12 años. Literatura Ficción
CAPÍTULO 1
Sus nombres son Pablo, Miguel, Alejandro y Carlos, pero casi nadie los conoce por sus nombres.
Si vas a su colegio y preguntas por Pablo, probablemente te digan: “¿Pablo? ¿Qué Pablo?”
Y si preguntas por Miguel, casi seguro que la gente te dirá: “¿A qué Miguel te refieres? ¿Al de la clase de 1.º, 3.º, 5.º o 6.º?”
Y si la curiosidad te pica y deseas conocer a Alejandro, más vale que no preguntes por su nombre, porque los alumnos se encogerán de hombros sin saber a qué Alejandro quieres ver.
Pero, por favor, que no se te ocurra preguntar por Carlos. Si lo haces, lo más probable es que acabes en el despacho del director, porque resulta que el director se llama Carlos… O mejor dicho, Señor Carlos.
Mi consejo es que preguntes por Cuatrojos, Pelopincho, Sabelotodo y Mimiguel.
Así irás directo al grano. Y es que no hay niño, niña, padre, madre, abuelo o abuela que no los conozca.
Pablo, Miguel, Alejandro y Carlos son muy, muy, pero que muy amigos y, además, son compañeros de clase. Los cuatro tienen diez años y, desde hace unos meses, son los únicos integrantes del
SÚPER, ÚNICO, EXCLUSIVO Y TOP SECRET CLUB DE DETECTIVES.
Por supuesto, esto es un secreto. El club de detectives es súper secreto y nadie en el mundo conoce de su existencia.
Es un club tan, tan, tan súper—mega—ultra secreto, que cuando se refieren a él lo hacen bajo el nombre en clave GALLINA BLANCA.
—¡Chssss! —le dijo aquella mañana Pablo a su compañero de mesa, Miguel—. Hoy en el patio nos vemos en la Gallina Blanca, ¿vale?
—Va—vale —le respondió Miguel.
Todos los patios, Pablo, Miguel, Alejandro y Carlos se reúnen en la sede oficial del club de detectives: el trastero del colegio.
Pero tienen que hacerlo con cuidado, asegurándose de que nadie los vea.
Para ello:
Y es que cuando alguien marca gol, todo el mundo se vuelve loco: comienzan a gritar, a correr y a aplaudir.
¡Ese es el momento para escapar! Pablo, Miguel, Alejandro y Carlos aprovechan el repentino caos para abandonar el patio, subir las escaleras en silencio y meterse en el trastero.
Si vas a su colegio y preguntas por Pablo, probablemente te digan: “¿Pablo? ¿Qué Pablo?”
Y si preguntas por Miguel, casi seguro que la gente te dirá: “¿A qué Miguel te refieres? ¿Al de la clase de 1.º, 3.º, 5.º o 6.º?”
Y si la curiosidad te pica y deseas conocer a Alejandro, más vale que no preguntes por su nombre, porque los alumnos se encogerán de hombros sin saber a qué Alejandro quieres ver.
Pero, por favor, que no se te ocurra preguntar por Carlos. Si lo haces, lo más probable es que acabes en el despacho del director, porque resulta que el director se llama Carlos… O mejor dicho, Señor Carlos.
Mi consejo es que preguntes por Cuatrojos, Pelopincho, Sabelotodo y Mimiguel.
Así irás directo al grano. Y es que no hay niño, niña, padre, madre, abuelo o abuela que no los conozca.
- A Pablo lo llaman Cuatrojos porque lleva gafas. Por supuesto, llamar cuatro ojos a una persona tan solo porque use gafas es una tontería. Sobre todo, porque hay un montón de niños en el colegio que llevan gafas y a nadie le llaman cuatrojos. Solo a Pablo.
- A Miguel le dicen Mimiguel porque es un poco tartamudo. Cuando se pone nervioso (y últimamente está nervioso casi todo el día) repite algunas sílabas.
- A Alejandro lo apodan Pelopincho porque su madre siempre se empeña en engominarle bien todo el pelo. Le echa tanta gomina que los pelos se le ponen tiesos y duros como los pinchos de un erizo.
- Y a Carlos lo conocen como Sabelotodo porque es un sabelotodo. Si quieres saber alguna fecha, dato o curiosidad sobre algo, seguro que Carlos lo sabe.
Pablo, Miguel, Alejandro y Carlos son muy, muy, pero que muy amigos y, además, son compañeros de clase. Los cuatro tienen diez años y, desde hace unos meses, son los únicos integrantes del
SÚPER, ÚNICO, EXCLUSIVO Y TOP SECRET CLUB DE DETECTIVES.
Por supuesto, esto es un secreto. El club de detectives es súper secreto y nadie en el mundo conoce de su existencia.
Es un club tan, tan, tan súper—mega—ultra secreto, que cuando se refieren a él lo hacen bajo el nombre en clave GALLINA BLANCA.
—¡Chssss! —le dijo aquella mañana Pablo a su compañero de mesa, Miguel—. Hoy en el patio nos vemos en la Gallina Blanca, ¿vale?
—Va—vale —le respondió Miguel.
Todos los patios, Pablo, Miguel, Alejandro y Carlos se reúnen en la sede oficial del club de detectives: el trastero del colegio.
Pero tienen que hacerlo con cuidado, asegurándose de que nadie los vea.
Para ello:
- Se reúnen junto a la puerta de entrada y comienzan a hablar de sus cosas mientras se comen el almuerzo.
- Esperan a que los niños comiencen a jugar al fútbol y más concretamente, a que alguien marque un gol.
Y es que cuando alguien marca gol, todo el mundo se vuelve loco: comienzan a gritar, a correr y a aplaudir.
¡Ese es el momento para escapar! Pablo, Miguel, Alejandro y Carlos aprovechan el repentino caos para abandonar el patio, subir las escaleras en silencio y meterse en el trastero.
CAPÍTULO 2
Todos los colegios tienen un trastero.
Si piensas que tu colegio no tiene trastero, te equivocas.
Todos, absolutamente todas las escuelas del mundo tienen uno.
Lo que pasa es que es un secreto. Ningún maestro va por ahí diciendo a sus alumnos que hay una habitación secreta a la que no se puede entrar.
Pero que no se informe de ella no quiere decir que no exista.
En el trastero del colegio se guardan muchas cosas interesantes:
Pues este trastero es, desde hace ya varios meses, la sede oficial del SÚPER, ÚNICO, EXCLUSIVO Y TOP SECRET CLUB DE DETECTIVES.
Si piensas que tu colegio no tiene trastero, te equivocas.
Todos, absolutamente todas las escuelas del mundo tienen uno.
Lo que pasa es que es un secreto. Ningún maestro va por ahí diciendo a sus alumnos que hay una habitación secreta a la que no se puede entrar.
Pero que no se informe de ella no quiere decir que no exista.
En el trastero del colegio se guardan muchas cosas interesantes:
- Exámenes de alumnos de cursos pasados.
- Cuadernos, chaquetas, juguetes y toda clase de objetos perdidos.
- Sillas y mesas rotas o que ya no hacen faltan.
- Y muchas cosas más.
Pues este trastero es, desde hace ya varios meses, la sede oficial del SÚPER, ÚNICO, EXCLUSIVO Y TOP SECRET CLUB DE DETECTIVES.
CAPÍTULO 3
Pablo, Miguel, Alejandro y Carlos esperan a que Laura, una niña de sexto curso, marque gol. Cuando lo hace, aprovechan para escapar del patio.
Lo han hecho ya tantas veces que hasta podrían hacerlo con los ojos cerrados. Primero sale por la puerta Pablo y, tras asegurarse bien de que no hay ningún maestro cerca, da la señal de aviso:
—¡Ahora!
Y los cuatro echan a correr como locos. Suben las escaleras del colegio hasta llegar a la primera planta y, en menos de tres segundos, se dirigen al final del pasillo, allí donde está el trastero.
El trastero está cerrado, pero eso no es problema para ellos, ya que Miguel consiguió una copia de la llave. Así que abren la puerta y… ¡Ya está!
Eso sí. Una vez que están todos dentro, cierran bien la puerta, no vaya a ser que alguien los descubra.
Lo han hecho ya tantas veces que hasta podrían hacerlo con los ojos cerrados. Primero sale por la puerta Pablo y, tras asegurarse bien de que no hay ningún maestro cerca, da la señal de aviso:
—¡Ahora!
Y los cuatro echan a correr como locos. Suben las escaleras del colegio hasta llegar a la primera planta y, en menos de tres segundos, se dirigen al final del pasillo, allí donde está el trastero.
El trastero está cerrado, pero eso no es problema para ellos, ya que Miguel consiguió una copia de la llave. Así que abren la puerta y… ¡Ya está!
Eso sí. Una vez que están todos dentro, cierran bien la puerta, no vaya a ser que alguien los descubra.
CAPÍTULO 4
.Pablo enciende las luces del trastero y todo se ilumina con un tenue resplandor naranja.
La verdad es que la sede del club secreto de detectives es muy bonita. Entre los montones de estanterías, cajas cubiertas de polvo, objetos abandonados y libros viejos, hay una mesa de camilla con cuatro sillas a su alrededor.
Los cuatro toman asiento mientras consultan sus relojes.
—Bien, bien, hemos sido rápidos —señala Alejandro—. Tenemos 20 minutos maravillosos por delante hasta que vuelva a sonar el timbre del patio...
La verdad es que la sede del club secreto de detectives es muy bonita. Entre los montones de estanterías, cajas cubiertas de polvo, objetos abandonados y libros viejos, hay una mesa de camilla con cuatro sillas a su alrededor.
Los cuatro toman asiento mientras consultan sus relojes.
—Bien, bien, hemos sido rápidos —señala Alejandro—. Tenemos 20 minutos maravillosos por delante hasta que vuelva a sonar el timbre del patio...